Nro. 7

De noche,
siempre de noche.
Sin que nevara,
ni lloviera,
ni brillara la luna.
De noche.
Una ventana abierta para su deleite
porque hasta el viento faltaba.
Ella se asomaba esperando que algo cambiara esa noche.
Algo nuevo, o algo romántico.
Tal vez algo ya hecho o "simplemente" algo fantástico.
Ansiaba que la dulce luna apareciera como por arte de magia.
O que, aunque sea, un perro se cruzara por la calle.
-Uno de esos labradores negros que son tan lindos- decía su mente
Que, por lo menos, el minúsculo detalle de que alguien entrara en la habitación sucediera.
Con persistentes ansias esperaba.
Miraba al cielo, a la calle, a la puerta
y no veía indicio de colaboración de parte de ninguno de ellos.
Le pareció escuchar que su nombre era susurrado.
Y sintió un escalofrío que la hizo estremecerse bruscamente,
como si alguien la hubiese agarrado de los hombros y la hubiese sacudido.
Le pareció ver una luz en el cielo pero quizás solo habría sido una estrella fugaz que no llegó a ver.
Pero en un parpadeo una luna radiante y hermosa se había puesto justo en frente de ella. Hasta parecía sonreír.
-¡Oh, qué bella luna! Qué emocionante que mis deseos se hayan cumplido- dijo plácidamente la niña.
De pronto sintió que algo frío atravesaba su estómago y cerró fuerte los ojos al sentir el agonizante dolor.
Abrió los ojos ahora llorosos y se percató que la luz de la luna era aún más brillante que antes.
-Pues pide tus últimos deseos, niñá, que esta será la última vez que me veas- dijo una luna poco compasiva pero un tanto angustiada.
-¿Qué? ¿Hablas? ¿Qué es todo esto? ¿Qué clase de sueño es este? ¿Qué está pasando?- preguntó la pequeña más que muy desconcertada.
-Si, es un sueño. Y el más bonito que jamás tendrás
-¿Cómo es eso posible? ¡Tengo que despertar!
-Ni lo intentes, niña. Estás en coma, esta es ahora tu realidad...

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Cara Y Seca. Chaotic Neutral. Sedada lo suficiente.

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